Rehabilitación. Los estudios de los edificios antiguos del Centro Histórico han permitido sacar a la luz la variedad cromática de la ciudad, pero también descubrir el cambio de gusto estético con la evolución histórica.
Las modas en arquitectura son tan habituales casi como en la ropa. No son ajenas a estos vaivenes estéticos las fachadas de la ciudad. La época histórica en la que fueron construidas han definido el gusto por determinadas tonalidades y así se aprecia en los estudios que se han realizado para determinar el color original de los edificios.
Bajo cuatro o cinco capas de pintura, que casi explican la historia del edificio, se encuentra ese primer color que es hijo de una época. Los edificios barrocos, por ejemplo, que suponen alrededor de una quinta parte de los inmuebles del Centro, con unos 250, tiene sus colores favoritos en los ocres amarillos (29%) y el óxido rojo (28%). También se encuentra una alta presencia de las fachadas en piedra y blanco (25%), lo que casi completa el círculo de los edificios construidos en los siglos XVII y XVIII, ya que son mínimos los inmuebles que se salen de esa gama cromática.
Los edificios construidos a partir de 1830, cuando se impone el estilo neoclásico y ecléctico, representan el grueso de los edificios del Centro, ya que acumulan la mitad de los inmuebles existentes. En esa época se aprecia un cambio de tendencia decorativa, al perder peso los colores del Barroco y tender al uso de otros como los colores piedra y blanco (36%) o el ocre rojo (26%). Además, aparecen otro como el azul, en una cantidad testimonial, pero que se encuentra en el 5% de las fachadas de esta época. Además, a partir de esa época se empiezan a usar el juego de varios colores para resaltar elementos como balcones o detalles decorativos.
A partir del año 1900, cuando se empieza a extender el estilo modernista y regionalista, el tono piedra y blanco se extiende mucho más por la ciudad, hasta estar presente en el 42% de las fachadas de esta época, mientras que le sigue el amarillo, con un 29%.
La popularidad de la familia cromática de piedra y blanco desde el Barroco, especialmente en el siglo XIX y principios del XX, motiva su presencia en casi un tercio de todos los edificios que se han conservado en la ciudad.
El amarillo es también muy popular en el ámbito global, con el 24% del total de los inmuebles históricos del Centro; mientras el ocre rojo predomina en el 21% de las fachadas. La línea de ayuda de la Oficina Municipal del Centro Histórico para recuperar las fachadas pone especial énfasis en volver a utilizar la gama original de colores, lo que ha ido llenando la zona de tonos que habían quedado olvidados.
Fuente: La Opinión de Málaga 10/10/2010
Buen articulo!...Es un tema que siempre me ha apasionado, como raspando y raspando llegamos a la base, a su concepcion original y como fue pensado el edificio. Por ahi hay un Estudio del color, que se hizo y se sacó una paleta de colores segun la epoca de los eidficios. Eso esta muy bien, pero PERMITE que CUALQUIER EDIFICIO insertado en una epoca concreta SEA PINTADO DE OTRO COLOR QUE NO FUE EL QUE ERA...sino de unos colores PREDOMINANTES EN ELLA. Yo creo que para restaurar uyn edificio en condiciones, debe recuperarse como fue, no creandose una especie nueva de edificios, donde la homogeneidad prima mas sobre todo, que la particularidad
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