martes, 31 de diciembre de 2013

Tipología de las pinturas murales.


Las pinturas murales han sido siempre usadas por las diferentes culturas como modo de comunicar, de mostrar o narrar cosas a aquellos que las ven y las contemplaban. Nos es más fácil comprenderlo si lo asociamos a la forma que la Iglesia tenía de comunicarse a través de esculturas o cuadros a una población que no sabía leer, ni escribir.


En el caso de Málaga, al no existir una cantera de piedra, participa en este alarde de colores que era más barato, aunque lo poco que nos queda sea sobre todo del silo XVIII tras los desastres de la especulación que han provocado la destrucción del centro histórico, en especial el Perchel y la Trinidad. Duele mucho pensar como serían hoy en día estos barrios si se hubieran recuperado y darse paseos por la zona contemplando la narrativa y la historia de estas pinturas y edificios.

Las paredes de los edificios se cubrían con pinturas murales, que estas podían ser: de materiales fingidos o resaltados, ornamentación geométrica, floral y arquitectónica, que podría “cumplir unos fines estéticos” siendo “asimismo un recurso de pobreza o de consolidación”, y la figurativa, que tiene “una función ideológica, ya sea religiosa, heráldica o histórica”, “así como los motivos mitológicos que podrían responder también a una fantasía, a un gusto por lo clásico no extraño en ciertos ambientes culturales”

El siglo XVIII podríamos clasificarlo en tres periodos:

- Primer tercio de siglo XVIII: las pinturas que aun conservamos son principalmente geométricas, algunas con esgrafiados o materiales fingidos.
- A partir de mediados de siglo: predomina el diseño arquitectónico.
El último tercio: continúa el diseño arquitectónico pero aparecen rocallas así como otros motivos y composiciones figurativas.


Toda esta información procede del artículo realizado por Rosario Camacho Martínez en “Málaga Pintada. La arquitectura barroca como soporte de una nueva imagen”

jueves, 26 de diciembre de 2013

El color de Málaga, paso a paso

Transferencia. La UMA desarrolla un proyecto, dirigido por Eduardo Asenjo, para crear itinerarios que recorran los edificios de Málaga que contienen pinturas restauradas en las fachadas



MÁLAGA tiene un centenar de viviendas de los siglos XVII y XVIII que todavía conservan pinturas en las fachadas. Una treintena de ellas han sido restauradas y los murales que reproducen columnas, pilastras y otros ornamentos propios de la arquitectura han salido a la luz. La mayoría, sin embargo, todavía siguen ocultas. 

Estas pinturas han dormido bajo la cal durante cerca de dos siglos. Una singular alianza entre la moda y la higiene, que aconsejaba encalar las casas durante las epidemias que atacaron la ciudad en el siglo XIX, provocaron su desaparición. Contra todo pronóstico fue el deterioro social y urbanístico de los años 80 el que sacó del olvido este patrimonio. El abandono del centro histórico y de los barrios de El Perchel y la Trinidad favoreció que la cal de las fachadas de esas viviendas ya sin mantenimiento se abombara y cayera, apareciendo para sorpresa general trozos de las pinturas. La catedrática de Historia del Arte y actual profesora honoraria de la Universidad de Málaga, Rosario Camacho, comenzó a estudiar esos murales. 

Entre 1996 y 2003 llevó a cabo dos proyectos de investigación que permitieron catalogar, inventariar e investigar esos lenguajes decorativos. Eduardo Asenjo, profesor de Historia del Arte de la Universidad de Málaga formado en el grupo de Rosario Camacho, recuerda que los primeros trabajos se realizaron a partir de testigos tomados de aquellas fachadas, sin tener una visión global de una pintura o de lo que quedara de ella. 

Asenjo pone el acento en el estudio del color del centro histórico que hizo el Ayuntamiento en 1999, porque a partir de ese momento comenzó la rehabilitación de las fachadas y creció el interés por recuperar los murales del barroco. Por primera vez asomaba a la superficie una ciudad que no era blanca como podría pensarse de un enclave del sur mediterráneo, sino una urbe en la que predominaban el rojo de almagra, el amarillo de ocre, el blanco de estuco o, ya en el último tercio del siglo XVII, las tonalidades grises o marrones. La técnica consistía en realizar incisiones en la pared cuando el revoque aún estaba húmedo. De ese modo se perfilaban figuras geométricas, cajones de mampostería con o sin decoración, pilastras o volutas entre otros múltiples elementos que después se coloreaban con cal pigmentada. 

Eduardo Asenjo recuerda que ese era un "lenguaje común" de la época, que se daba en Málaga y Sevilla, pero también en Barcelona, Roma o Génova. Era una manera barata y efectista de decorar los edificios que se utilizó tanto en las casas tradicionales, como las vinculadas a las clases altas y a la Iglesia. Sin embargo, en pocas ciudades se han podido recuperar tantos murales como en Málaga. Los más antiguos se encuentran junto al Museo Thyssen en la fachada de la calle Mártires donde tiene parte de sus oficinas, la fachada del Museo Revello de Toro (casa taller del imaginero Pedro de Mena) y las viviendas adyacentes al Museo Picasso. También son significativas las pinturas de las iglesias de San Juan, San Felipe Neri, Santiago, los Mártires, el Sagrario o el convento de Santo Domingo. 

Eduardo Asenjo, ahora ya como investigador principal, pero con el apoyo de la catedrática Rosario Camacho y la experta de la Universidad de Córdoba Belén Calderón, quiere concluir el trabajo que la universidad inició a mediados de los 90 con un proyecto orientado a la difusión y divulgación de estas arquitecturas pintadas. El Ministerio de Economía y Competitividad aprobó en 2012 un proyecto que por un lado contempla elaborar materiales didácticos específicos para niños, adolescentes y adultos para hacer ver a la sociedad el valor de ese legado y, por otra parte, incluye la creación de itinerarios que permitan conocer, recorrer y reconocer las viviendas del centro histórico adornadas con murales. 

La pretensión de Asenjo, que necesita para esta iniciativa el apoyo de las administraciones y especialmente del Ayuntamiento de Málaga, es dar una visión general de ese patrimonio con una serie de itinerarios "bien armados, que no consistan en simples flechas y carteles, sino que por un lado hagan que comprensiblesu valor para el público general y, por otro, también tenga en cuenta aspectos como el comercio, la artesanía o la gastronomía para que sea un elemento orientado a la creación de valor ". El proyecto "culmina la investigación que inició Rosario Camacho", subraya el investigador que también pone de relieve su relevancia como ejemplo de "transferencia de conocimiento desde la universidad a la sociedad".


Noticia y fotografía procedente del periódico "Málaga Hoy". 26/12/2013.

sábado, 30 de noviembre de 2013

La puerta invisible al Barroco

La calle Hinestrosa, en pleno centro histórico, es un testimonio vivo del urbanismo del siglo XVIII en Málaga, y también un muestrario de cómo se ha asumido en la ciudad su conservación


Liarse a buscar las huellas del Barroco en una ciudad que convierte la casa taller de Pedro de Mena (el único edificio del siglo XVII que queda en pie) en el Museo Revello de Toro no deja de tener algo de cínico. La Málaga anterior al siglo XIX es una ciudad invisible, por no decir extinta. Aunque aún laten enclaves en los que el Barroco más tardío, ya racionalista, el del siglo XVIII, persiste de manera discreta, a modo casi de una resistencia a la que nadie presta atención. Una calle tan invisible como la llamada Hinestrosa, entre Madre de Dios y Frailes (en cuya esquina se sitúa la Casa Hermandad de la Cofradía de Gitanos), encierra en su breve tramo una historia sorprendentemente detallada de la Málaga del siglo XVIII, la diezmada por la hambruna y el tabardillo, la todavía contada entre las más peligrosas de Europa por su índice de criminalidad, la que se resistía a la Ilustración pero era capaz de fundar la Escuela Náutica de San Telmo, la que sobrevivía a duras penas gracias a su condición portuaria, la que entonaba los primeros cantes, la que se preparaba para sufrir a vuelta del siglo los desmanes absolutistas, la que hizo del Perchel un arrabal inmenso al que convenía no entrar. La calle Hinestrosa es un libro abierto de este tiempo. Y lo es gracias a sus casas de la época. En algunas de ellas la señal resulta inconfundible: portales y ventanas aparecen hermosamente rematadas con pinturas murales, con sus motivos geométricos y silvestres, como puertas a otras casas imaginarias. Muy cerquita, la iglesia de San Felipe Neri demuestra que este recurso no se empleaba únicamente para realzar edificios de escaso renombre: de hecho, el 90% de las casas malagueñas del siglo XVIII presentaban decoraciones similares. Pero, al mismo tiempo, la calle Hinestrosa ofrece puntual información sobre el modo en que este legado histórico se ha conservado en Málaga, con sus luces y sombras, con lo que ya se ha logrado y lo (mucho) que queda por hacer. 


Ciertamente responde la vía a la categoría invisible: por aquí no pasa nadie. Si se entra desde Madre de Dios, la impresión es que el tiempo se ha quedado congelado. Lo que se percibe de la calle Frailes al fondo es un perfil de ruina. El suelo, reservado exclusivamente a los peatones, está sucio casi cualquier mañana que uno se asoma a la callejuela (los perros hacen su trabajo con la impunidad de sus amos). En la misma vía hay dos establecimientos hoteleros con encanto, la Casa de las Mercedes en el número 18 y el Riad Andaluz en el 24. En ambos buzones aparece un número de teléfono al que el interesado puede llamar en caso de que nadie responda al timbre. En el portal del número 25 aparece una placa con el lemaMálaga Estates. Contemporary Properties in Historic Málaga. En cuanto a los edificios, si es cierto (que lo es) que todas las casas que hubo en esta calle tenían pinturas murales, la progresión en cuanto a su conservación no puede ser más dispar: hay casas espléndidamente reformadas, otras cuya rehabilitación parece haberse quedado en punto muerto y otras sometidas al ejercicio implacable de la ruina. También hay edificios de nueva construcción: en algunos casos, la arquitectura respeta el peso de la Historia con discreción y afinidad; en otros, las fachadas asépticas, los cierres metálicos y los tonos grises parecen jugar en contra del conjunto. 


Un ejemplo de rehabilitación satisfactoria es la que luce el número 10. Se trata de un proyecto de los arquitectos Rafael de Lacour y Alberto Santoyo culminado en junio de 2008. El informe de la intervención recuerda que la edificación "posee la peculiaridad de formar parte del único conjunto de viviendas seriadas construidas en el siglo XVIII que se han conservado hasta nuestros días en Málaga". El espacio que comprende la actual calle Hinestrosa "formaba parte de una parte del desamortizado convento de la orden de la Merced que Tomás Berry vendió en 1781", por lo que "se inserta en una operación racionalista de la segunda mitad del siglo XVIII de valor tipológico, constructivo y urbano". En virtud de la reforma se emprendió una rehabilitación integral del inmueble, en la que según el informe se cuidaron tres aspectos fundamentales: la acomodación de un programa mayor de viviendas al sistema de crujías existente, la recuperación desde el punto de vista constructivo de los sistemas y elementos originales emple

ados y la propia restauración de las pinturas murales, con su cromatismo sintético de marrones y negros. 


Un caso bien distinto es del número 22. Aquí las viejas pinturas murales también han salido a la luz, pero resulta difícil verlas ya que la fachada se encuentra cubierta con unos andamios. La rehabilitación se quedó aquí a medias, como esperando un reemplazo. Y el caso no es desde luego único en el centro histórico de Málaga. Fuentes de la Gerencia de Urbanismo consultadas por este periódico recordaron que la Ordenanza de Conservación e Inspección Técnica de las Edificaciones (ITE) de la ciudad, aprobada en 2006, contemplaba la obligación de los propietarios de edificios protegidos o construidos antes de 1907 de realizar las inspecciones antes del 31 de diciembre de 2008. En el caso de que los edificios necesitaran reformas, éstas debían estar terminadas en el plazo de un año. Pero las mismas fuentes señalaron que "a menudo las obras de restauración exceden la mera conservación", con lo que los plazos inevitablemente se vulneran, "aunque en todo momento exigimos que al menos edificios como los de la calle Hinestrosa tengan la protección necesaria". Con las epidemias de cólera del siglo XIX y de peste en el XX todo se cubrió de cal. El olvido hizo el resto. Es el sino de las ciudades invisibles.

Información obtenida del periódico Málaga Hoy del 29/11/2013. Las fotos también proceden del mismo periódico.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Un convento por descubrir.

Hoy hablaremos de una de las joyas que nos quedan de finales del siglo XVI. Se trata del Convento de los Ángeles.



 
Estamos ante uno de los 11 conventos masculinos franciscanos que tuvo la provincia de Málaga, amén de 5 de la rama femenina y sin contar a la rama capuchinera.


El Convento está relacionado con los Torres, los cuales poseían el título de Conde de Miraflores, que fueron una familia muy importante en la promoción artística de signo eclesiástico privado del renacimiento en Málaga. Esta familia ya estaba ligada con los franciscanos, de tal forma que en el Convento de San Luís el Real ya tenían capilla de enterramiento. Luego pasaron posteriormente a la Catedral y de aquí a extramuros de la ciudad en unos terrenos propios cerca del actual barrio de Miraflores,  donde construyeron el Convento de los Ángeles. Los Torres tenían cierta vinculación con esta advocación, por lo que no consideramos descabellados que la Virgen de los Ángeles que hoy cobija sus bóvedas esté relacionada con esta familia (no lo afirmo al no tener alguna investigación por escrito de la misma, pero teniendo en cuenta que esta Virgen pasó por los templos anteriormente mencionados, no creo que quepa duda de ello). Las obras comenzaron en 1575 y se bendijo el 2 de Agosto de 1585, festividad de su advocación. Dentro del Convento, los Torres tendría una habitación apartada para uso particular.

El lugar no fue al azar, sino que los Condes eligieron ese lugar debido a que la tradición popular aseguraba que era allí donde fueron enterrados los patrones de la ciudad, San Ciriaco y Santa Paula. Por esta razón, el convento se convirtió en zona tremendamente concurrida por los peregrinos. Por lo que los franciscanos ampliaron la hospedería. También fue lugar de campo de desafía y escenarios de duelos y contiendas para la nobleza del siglo XVII.

Tras la desamortización en el año 1837, pasando por múltiples usos hasta llegar al actual, residencia de ancianos.

La Iglesia es de una sola nave con Capilla Mayor elevada de planta cuadrada con casquetes semiesféricos sobre pechinas. El techo de la nave posee una armadura de madera con tirantes.

Aun lado dejaremos la escultura que recientemente fue restaurada, así como comentarios al retablo, ya que quedará un artículo demasiado largo.

En cuanto al conjunto pictórico debemos de distinguir dos fases. La primera a las décadas centrales del siglo XVII correspondiente a la bóveda y pechinas, y la segunda toda el entorno del retablo correspondiente a la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII.

A la hora de decantarse por la ornamentación, estos decidieron simular yesería. En la bóveda encontramos un “anillo de celdas poligonales con triglifos en los ejes principales que sirve de arranque a un arquitrabe moldurado con entrantes y salientes que crean juegos de profundidad. Desde ahí, la superficie semiesférica se ve invadida por una deslumbrante sucesión de roleos, filacterias, cintas papeles y pergaminos con rebordes recortados con delicados tallos y floraciones de acanto entre cuyos vástagos, volutas y enroscadas foliaciones se sitúan graciosos ángeles niños, más bien puttis, que juguetean con las hojas y cartílagos o bien tocan instrumentos musicales. La ornamentación se somete […] a un carácter radial que nace de la cartela ovalada central en la que figura la paloma del Espíritu Santo rodeada de cabeza de querubines entre cabujones de joyería que simulan incrustaciones de piedras preciosas.”

Las pechinas continúan simulando la decoración del estucado. Aparecen unos niños que sujetan unos tondos que muestras los cuatro pontífices franciscanos. En todos ellos aparece el nombre, el año de su elección, así como la tiara y las llaves.

Tras esta decoración, se comenzó a los años con las que hay por encima del retablo. Esta difiere estilísticamente de la cúpula puesto que en las anteriores se aprecia cierto manierismo, mientras que en la segunda fase es plenamente barroco.

En la segunda fase, el espacio entre el retablo y la cúpula  se resolvió con un “friso idéntico al anillo de la cúpula que hace las veces de basamento para una estructuras, a modo de triple portada, cuyo cuerpo central adquiere mayores proporciones en atención a su importancia jerárquica. Su morfología, inspirada en frontispicios librescos, implica una variante convenientemente barroquizante del esquema seguido en el retablo-tabernáculo inferior, al encastrar un espacio rectangular intermedio entre columnillas corintias de fuste liso y retalladas en el primer tercio de la caña con mascarones de seres quiméricos de inequívoca evocación grutesca. Cierra la composición un movido arquitrabe quebrado y moldurado, interrumpido por cartelas de hojarasca carnosa para los rótulos identificativos de los asuntos representados. Entre ellas nacen medios frontones alabeados, ribeteados con roleos, que convergen en airosos pedestales adornados con penachos de acanto sobre los que aparecen las Virtudes Teologales (estando la Fe coronando la composición y dejando la Esperanza y la Caridad bajo ella) y sendos ángeles con los atributos de la Pasión en los salientes de la portada principal. Turgentes floraciones de acanto salvan el desnivel y el espacio libre entre las arquitecturas y el medio punto del testero, incluyéndose también niños puttis.”

Los tres cuadros de caballete que están incluidos son los de San Francisco, San Buenaventura y Santa Clara. Estos torpes cuadros de caballete y los de las pechinas contractan con la calidad de las pinturas murales.

Decir que existen algunas catas hechas a la Iglesia y revelan que los muros blancos ocultan más pinturas murales.


La información está sacada del Boletín de Arte Nº 19, del artículo: “Lo fingido verdadero: La decoración mural del antiguo Convento de los Ángeles y el ilusionismo arquitectónico y figurativo”. Las fotos proceden de La Opinión de Málaga, salvo la mía que está sellada y hecha por móvil.






domingo, 27 de octubre de 2013

Retomamos el Blog

Tras varios meses sin tocar el blog, e incluso podría decir que he estado un año sin hacer nada en el blog, querría comentaros que vuelvo con intención de recuperarlo, aunque no sin dificultades.

Muchos no lo sabéis, pero tuve que irme al extranjero a buscarme la vida. Debido a esto, me costaba mucho seguir con el blog amén de otros problemas a los que tengo que sumar una gran decepción.

La decepción vino, porqué tras denunciar lo sucedido en la Casa de Pedro de Mena, recibí un e-mail al correo del blog solicitándome que retirara la denuncia, además de otras cosas que no tienen importancia. Hice lo que tenía que hacer, ser fiel a uno mismo y hacer lo que me ratifica.

Tengo que decir que la denuncia pasó el primer trámite, quedándose a las puertas del juicio. En ese momento fue la denuncia que más lejos llegó de las que se presentaron, por lo que lo considero un éxito aunque no llegara al final del todo.

A día de hoy, vivo fuera de Málaga, por lo que aún tengo problemas para continuar con el blog. De todos modos iré poniendo aquí todo lo que pueda en cuanto a las pinturas murales, ya sean de las fachadas como las de interior.

Quisiera añadir que soy una persona independiente la cual le mueve un único interés, que es la ciudad de Málaga. Que no le tengo que dar explicaciones a nadie y que el pin de protagonismo lo tienen todos y cada uno de los malagueños que luchan, de una forma u de otra, por dar a conocer su ciudad para que no la destruyan.

La Junta protegerá el camarín

La Junta protegerá el camarín

Los técnicos estudiarán sus condiciones actuales con vistas a medidas "urgentes" de protección

26.10.2013 | 02:14
El camarín, construido en 1713, se encuentra en una esquina del corralón de la plaza de la Imagen, 6, en El Perchel.
El camarín, construido en 1713, se encuentra en una esquina del corralón de la plaza de la Imagen, 6, en El Perchel. 

La Delegación de Cultura de la Junta informó ayer a La Opinión de que enviará a unos técnicos para examinar el camarín en mal estado de 1713, de 10 metros de altura, que se encuentra en el patio de un corralón de la plaza de la Imagen, 6, en El Perchel. Se trata de un corralón de viviendas sociales en las que viven 14 familias que pagan el alquiler a la Junta de Andalucía, informaron varios vecinos.
Fuentes de Educación precisaron que la inspección hará «una valoración con vistas a ver su estado desde el punto de vista patrimonial, así como para conocer la propiedad». «Tomar las medidas más urgentes para su protección inmediata sería lo más urgente», añadieron estas fuentes, que señalaron que el siguiente paso, dependiendo de la situación económica, sería la restauración. «En principio, ver la situación de la propiedad y tomar medidas urgentes para la protección», concluyeron estas fuentes.
El mal estado del camarín barroco de El Perchel fue denunciado por Naser Rodríguez, del colectivo en defensa del Patrimonio Torre Vigía, que acompañó el pasado jueves a este diario a visitarlo.
Los vecinos del corralón informaron de que está rodeado de una malla para evitar posibles desprendimientos desde hace más de un año. Se trata de los únicos restos del primer convento que albergó a las religiosas dominicas de la Divina Providencia (más conocidas como las catalinas). El inmueble, conocido como la Casa de Monjas, tenía pinturas murales en la fachada y fue utilizado por las catalinas desde 1728, aproximadamente, hasta 1775, cuando se mudaron a la calle Andrés Pérez. La Casa de Monjas fue demolida en 1998 y solo quedó el camarín. El interior, bellamente adornado con yeserías, está en un estado deplorable, aunque todavía se pueden leer las cartelas con versos en honor de la Virgen de la Aurora, ya que la capilla original sirvió antes a los hermanos del Rosario de la Aurora, de ahí que el camarín sea de 1713. Con respecto a la decoración, el profesor Rodríguez Marín la relaciona con el taller de Felipe de Unzurrunzaga (autor del camarín de la Victoria).

Fuente: La Opinión de Málaga

Pinturas murales poco protegidas

Pinturas murales poco protegidas

Naser Rodríguez, miembro del colectivo Torre Vigía, muestra en La Trinidad viviendas susceptibles de contener pinturas murales

26.10.2013 | 03:57
Casa de la Trinidad, 17, incluida en el catálogo de pinturas murales y que será demolida tras descartar Urbanismo que tenga pinturas apreciables, salvo en un extremo.
Casa de la Trinidad, 17, incluida en el catálogo de pinturas murales y que será demolida tras descartar Urbanismo que tenga pinturas apreciables, salvo en un extremo. 

En el pleno municipal de septiembre de 2007, una moción conjunta de los tres grupos políticos reconocía la alarmante desaparición de casas con pinturas murales en la zona de Pozos Dulces, Carretería «y sobre todo en La Trinidad y El Perchel». Por este motivo, aprobaron una moción pidiendo a la Gerencia de Urbanismo la actualización del catálogo de edificios con pinturas murales para incorporarlo al Pepri Centro.
La relación de pinturas murales, incluida en el PGOU de 2011, fue ampliada en abril de este año con una veintena de inmuebles más hasta alcanzar los 188. Pese a que se ponían de ejemplo de destrucción La Trinidad y El Perchel, en esta lista únicamente aparecen 6 inmuebles de los dos barrios históricos, algo que el colectivo Torre Vigía, en defensa del Patrimonio considera totalmente insuficiente.
De hecho, Naser Rodríguez, historiador del Arte y miembro de Torre Vigía, informó hace unos días de que de una vivienda incluida en este catálogo de pinturas murales, en la calle Trinidad, 17, colgaba el cartel de una empresa de demoliciones. En concreto, la casa de Trinidad, 17 fue incluida en el catálogo en la última ampliación de abril. «Los restos que se observan en un extremo son de ladrillo fingido, parecido a lo que han reconstruido en Los Mártires», explica. Para Naser Rodríguez, la casa, de dos plantas, es claramente del XVIII, aunque «sufrió una remodelación durante el XIX o principios del XX».
Hace unos días, el licenciado en Historia del Arte envió a la Gerencia un escrito recordando la moción aprobada y el compromiso de actualizar el catálogo.
El miembro de Torre Vigía llama la atención sobre un hecho: «En La Trinidad, todo lo que sea del XVIII tiene gran probabilidad de tener pinturas». Pero no sólo en este barrio: de la calle Parra recuerda que «toda era de una misma época y hoy sólo existen dos casas, una de ellas el Museo del Vidrio, que no estaban protegidas y le decían al dueño del Museo del Vidrio que para qué conservar la casa, que la tirara y le saldría más barato».
Por este motivo, no entiende que el famoso listado tenga tan pocas casas y eso que no sólo incluye aquellas en las que se ha confirmado la existencia de pinturas murales, sino también las que son «susceptibles de contenerlas a partir de la tipología de edificación», reza la relación de inmuebles.
En el momento de visitar el inmueble de la calle Trinidad, 17 esta semana y con posterioridad a la colocación del cartel de demolición, Urbanismo acababa de realizar varias catas en la fachada.
Fuentes de la Gerencia de Urbanismo explican a La Opinión que la propiedad solicitó licencia de obra menor de demolición del inmueble y se concedió a finales de febrero. Más tarde, Urbanismo incluyó este edificio en la actualización del listado de inmuebles con pinturas murales, «por cautela (...) al aparecer un escaso fragmento de enfoscado original de edificio, motivo más frecuente y común de los aparecidos en la ciudad».
Este es el motivo de las recientes catas en la fachada, tras las que los técnicos han comprobado que las pinturas «no tienen continuidad, no existiendo por lo tanto más restos, es decir, no queda más de lo que se ha visto, que es muy escaso y común», por lo que el edificio no se protegerá y la demolición continúa.
El miembro de Torre Vigía insiste en la escasa protección arquitectónica del Perchel y La Trinidad, dos barrios en los que a Urbanismo, a su juicio, parece no interesarle la supervivencia de las viviendas populares. Y así, mientras el número 34 de la calle Carril aparece en el famoso listado, llama la atención sobre el número 40 de la misma calle. «Puede que tenga pinturas murales y aunque no tenga, ¿por qué demolerla?, en Córdoba tenemos todo el Centro protegido», argumenta.
También llama la atención sobre la trinitaria calle Empedrada, sin protección y retranqueada en algunos tramos y de la que han desaparecido muchos topes de piedra para los carros. En el número 13 señala escisiones horizontales en la fachada, «que es el dibujo que se seguía para pintar», prueba de que a La Trinidad y El Perchel le falta más interés de las autoridades para salvar lo poco que queda de su arquitectura tradicional.

Fuente: La Opinion de Málaga
Debemos de añadir que el 15 de Julio de 2010 ya solicitamos la inclusión de este edificio, así como otros, en el catálogo de edificios con pinturas murales. La carta fue entregada al "Departamento de Arquitectura de Conservación de la Gerencia de Urbanismo", Aunque redirigida al "Departamento de Planificación" que es quien se encarga de estos temas.

martes, 22 de octubre de 2013

Las tonalidades que definen una época


Rehabilitación. Los estudios de los edificios antiguos del Centro Histórico han permitido sacar a la luz la variedad cromática de la ciudad, pero también descubrir el cambio de gusto estético con la evolución histórica.

Las modas en arquitectura son tan habituales casi como en la ropa. No son ajenas a estos vaivenes estéticos las fachadas de la ciudad. La época histórica en la que fueron construidas han definido el gusto por determinadas tonalidades y así se aprecia en los estudios que se han realizado para determinar el color original de los edificios.

Bajo cuatro o cinco capas de pintura, que casi explican la historia del edificio, se encuentra ese primer color que es hijo de una época. Los edificios barrocos, por ejemplo, que suponen alrededor de una quinta parte de los inmuebles del Centro, con unos 250, tiene sus colores favoritos en los ocres amarillos (29%) y el óxido rojo (28%). También se encuentra una alta presencia de las fachadas en piedra y blanco (25%), lo que casi completa el círculo de los edificios construidos en los siglos XVII y XVIII, ya que son mínimos los inmuebles que se salen de esa gama cromática.

Los edificios construidos a partir de 1830, cuando se impone el estilo neoclásico y ecléctico, representan el grueso de los edificios del Centro, ya que acumulan la mitad de los inmuebles existentes. En esa época se aprecia un cambio de tendencia decorativa, al perder peso los colores del Barroco y tender al uso de otros como los colores piedra y blanco (36%) o el ocre rojo (26%). Además, aparecen otro como el azul, en una cantidad testimonial, pero que se encuentra en el 5% de las fachadas de esta época. Además, a partir de esa época se empiezan a usar el juego de varios colores para resaltar elementos como balcones o detalles decorativos.

A partir del año 1900, cuando se empieza a extender el estilo modernista y regionalista, el tono piedra y blanco se extiende mucho más por la ciudad, hasta estar presente en el 42% de las fachadas de esta época, mientras que le sigue el amarillo, con un 29%.

La popularidad de la familia cromática de piedra y blanco desde el Barroco, especialmente en el siglo XIX y principios del XX, motiva su presencia en casi un tercio de todos los edificios que se han conservado en la ciudad.

El amarillo es también muy popular en el ámbito global, con el 24% del total de los inmuebles históricos del Centro; mientras el ocre rojo predomina en el 21% de las fachadas. La línea de ayuda de la Oficina Municipal del Centro Histórico para recuperar las fachadas pone especial énfasis en volver a utilizar la gama original de colores, lo que ha ido llenando la zona de tonos que habían quedado olvidados.

Fuente: La Opinión de Málaga 10/10/2010