lunes, 1 de noviembre de 2010

Pinturas de interior en el siglo XIX


Aunque nos salgamos un poco del tema, las pinturas de interior también me parecen algo interesante que comentar y que debemos de conservar en nuestra ciudad. Hoy hablaremos de las punturas murales del interior de las viviendas de la burguesía del siglo XIX. De este tema hablaremos en más ocasiones y dependerá de las posibilidades de acceso o no a esas viviendas.

En el siglo XIX las paredes y los techo podían ser decoradas con pinturas, generalmente al temple. Por desgracia muchas de estas pinturas o han desaparecido por reformas o por el paso del tiempo, o son difíciles de ver debido a su carácter privado.

En el caso de las paredes, las más llamativas se encuentran en el antiguo palacio de los Heredia en la Hacienda de San José en el denominada “Salón Pompeyano” y también hay que destacar las del Templete Dórico de la Finca de la Concepción.

En cuanto a los techos, las familias más adineradas acudían a artistas locales. Normalmente solían ser al temple o lienzos colocados en los techos y no frescos. La temática más usada fueron las alegorías y mitologías o motivos decorativos (geométrico, figurativo o vegetales). Entre las más importantes está la pintura de la Casa del Paseo de la Farola Nº 12, que hoy ocupa la sede de la Jefatura de Costas. Esta vivienda fue restaurada en 1993. Actualmente la sede se encuentra algo deteriorada y las lluvias han calado y amenazan la pintura. Posee pinturas tanto en la entrada, que esta es muy sencilla, y las de una gran habitación que se encuentra en la planta superior.

Esta pintura se encuentra rodeada por una moldura fingida, con placas con decoración de cartelas, fino follaje, ovas y máscaras, que enmarcan un gran óvalo inscrito en un rectángulo central, un denso celaje ocupado casi en su totalidad por nubes semi-tormentosas.


Esta pintura se puede equiparar perfectamente a las mejores muestras de decoración decimonónica, no solo a nivel local, sino también a nivel nacional. Además su valor se multiplica por ser uno de los pocos ejemplos que nos quedan en la ciudad.

Toda la información la he podido sacar del libro La vivienda malagueña del siglo XIX. Arquitectura y sociedad escrito por Francisco García Gómez.