martes, 31 de diciembre de 2013

Tipología de las pinturas murales.


Las pinturas murales han sido siempre usadas por las diferentes culturas como modo de comunicar, de mostrar o narrar cosas a aquellos que las ven y las contemplaban. Nos es más fácil comprenderlo si lo asociamos a la forma que la Iglesia tenía de comunicarse a través de esculturas o cuadros a una población que no sabía leer, ni escribir.


En el caso de Málaga, al no existir una cantera de piedra, participa en este alarde de colores que era más barato, aunque lo poco que nos queda sea sobre todo del silo XVIII tras los desastres de la especulación que han provocado la destrucción del centro histórico, en especial el Perchel y la Trinidad. Duele mucho pensar como serían hoy en día estos barrios si se hubieran recuperado y darse paseos por la zona contemplando la narrativa y la historia de estas pinturas y edificios.

Las paredes de los edificios se cubrían con pinturas murales, que estas podían ser: de materiales fingidos o resaltados, ornamentación geométrica, floral y arquitectónica, que podría “cumplir unos fines estéticos” siendo “asimismo un recurso de pobreza o de consolidación”, y la figurativa, que tiene “una función ideológica, ya sea religiosa, heráldica o histórica”, “así como los motivos mitológicos que podrían responder también a una fantasía, a un gusto por lo clásico no extraño en ciertos ambientes culturales”

El siglo XVIII podríamos clasificarlo en tres periodos:

- Primer tercio de siglo XVIII: las pinturas que aun conservamos son principalmente geométricas, algunas con esgrafiados o materiales fingidos.
- A partir de mediados de siglo: predomina el diseño arquitectónico.
El último tercio: continúa el diseño arquitectónico pero aparecen rocallas así como otros motivos y composiciones figurativas.


Toda esta información procede del artículo realizado por Rosario Camacho Martínez en “Málaga Pintada. La arquitectura barroca como soporte de una nueva imagen”

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